Ponente
Descripción
Introducción
La producción de información geográfica y su puesta en circulación es crecientemente reconocida como una práctica de intervención simbólica y con una herramienta de “visibilización” de problemáticas en las agendas políticas y de discusión pública. Lo geográfico es político, no solamente porque la geografía compite -junto a otros dominios del conocimiento y otras actividades culturales- en la instalación de formas de comprender el mundo que nos rodea, sino también porque sus herramientas son diariamente reapropiadas por actores ajenos tradicionalmente a este campo.
Esta ponencia propone propiciar un diálogo sobre las fronteras y puentes que definen medios de circulación, la apropiación y la puesta en común de información geográfica referida a temáticas sociales. Esta reflexión se apoya en la experiencia compartida en un proyecto de construcción de una plataforma colaborativo de datos espaciales de alcance nacional .
La presentación se organiza en tres partes: una referida a los actores reconocidos en la producción y consumo de datos espaciales, una segunda referida a los datos, y una tercera vinculada a los medios y tecnologías por los que lo mismos circulan. Para finalizar, se realizan algunas reflexiones relativas a la interacción entre estos tres niveles de composición del escenario de datos espaciales (actores, datos y medios).
Sobre los “actores”
La experiencia del proyecto con datos sociales georreferenciados reforzó la interacción con actores productores de información social. Estos actores, junto al público general, son también consumidores de información social georreferenciada, si bien pondremos más atención al carácter de productores de cada uno de ellos.
La administración estatal
El Estado es un gran productor de datos sociales espaciales, a través de sus diversas dependencias de gobierno. La Argentina se caracteriza por un esquema de organización federal (política y administrativamente descentralizado), en jerarquías de diversos niveles organizacionales. Al interior de las provincias existen municipios, los cuales pueden cubrir o no la totalidad de los territorios provinciales, y a su vez los municipios pueden o no desarrollar en su interior instancias política de gobierno de menor nivel (delegaciones municipales, comunas, entre otras).
¿Cómo se comportan estos actores respecto a la información espacial? A pesar de estar obligados normativamente a dar a sus acciones y productos un carácter público y visible (rige en Argentina la ley 27.275/16 de acceso a la información pública, que hace de la ‘transparencia activa’ un principio rector de la actividad estatal), los procesos y organismos estatales aparecen muchas veces indiferentes, y otras en decidida resistencia, a dar información en forma rápida y exhaustiva, tanto si se trata de información de gestión como si se trata de información estadística.
Dicho esto, también cabe señalar el carácter ambivalente, y complejo, de la acción estatal. Las dificultades para acceder a mucha de su información no implican que el Estado no produzca y provee información, muchas veces en forma abierta. Buena parte del impulso en favor de los datos abiertos tomaron cuerpo al interior del Estado, y la cantidad de información hoy disponible de fuentes estatales en la Argentina no tiene comparación con la que podía existir hace apenas 20 años.
La academia
Un segundo actor en la producción de datos espaciales sobre información social lo constituye el campo de la actividad académica nacional. Este ámbito reúne a institutos de investigación y cátedras docentes de universidades estatales y de gestión privada, así como también a organizaciones dedicadas a la investigación dentro y fuera del ámbito estatal (en organismos y agencias como el CONICET y otras dependencias del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, así como fundacionales, asociaciones profesionales y organizaciones de la sociedad civil con equipos formales de investigación).
Los actores académicos, a partir de la Ley de Repositorios Institucionales 26899/13, se encuentran parcialmente obligados a hacer públicos y gratuitamente accesibles sus resultados de investigación, principalmente ligado a la condicionalidad de si su trabajo ha sido financiado con fondos del Estado nacional. Esta obligatoriedad, normada en el año 2013, no ha visto hasta la actualidad controles efectivos, por lo que más allá del carácter parcial de las obligaciones, adolece de una ausencia de mecanismos prácticos por los cuales accionar sobre ese derecho reconocido al público general de acceder a los resultados que a través del gasto público en investigación propician. A partir de ello, al igual que entre quienes participan de ámbitos de gobierno y administración, la difusión de información espacial resultante de trabajos de investigación, sigue un derrotero bastante arbitrariamente definido según el cual la información se publica en forma eventual, a veces parcial, y casi siempre discontinua. La ausencia de redes con servidores para el trabajo del personal se da a la par –en áreas de humanidades y ciencias sociales de las universidades del país– de la ausencia de repositorios de datos comunes a los equipos de investigación. Los datos espaciales son recursos casi personales de los investigadores, que en tanto tales circulan a la par de los proyectos, y en acuerdos usualmente tácitos de uso y circulación para esos datos (tanto de los datos obtenidos para las investigaciones de fuentes secundarias como de los datos producidos por los equipos).
Organizaciones de la sociedad civil
Los datos sociales georreferenciados han ganado un espacio inédito hasta hace algunas décadas en los llamados mapeos colaborativos y comunitarios. Estos recursos metodológicos inscribieron a asociaciones de la sociedad civil, y grupos de personas orientados por una problemática común, a devenir en productores de información primaria sobre temáticas específicas.
Si bien esta producción con frecuencia ocurre con la asistencia de saberes profesionalizados, esto no significa sin embargo que la realización de estos mapeos sea cooptada por estos cuadros de naturaleza más técnica, y en lo referido a la propiedad, el uso y la orientación de la producción de esos datos, estas iniciativas pueden con frecuencia mantener al componente “técnico” de sus relevamientos como algo subsidiario de la causa principal que los hace funcionar. En varios aspectos, los principios que guían a estos actores se encuentran en las antípodas de los dos grupos de actores mencionados anteriormente.
Mientras que los agentes estatales y los grupos académicos no dejan de advertir un valor intrínseco en el carácter secreto de sus datos, quienes realizan mapeos para exponer disputas y conflictos, ven como su prioritario lograr una máxima visibilidad incondicional para sus hallazgos. Mientras que los agentes estatales y la academia hacen de la lentitud y los “pasos necesarios” de sus producciones un elemento característico, los movimientos sociales apuestan al sentido de oportunidad y a los logros que las coyunturas pueden ofrecer a quienes no lidian con burocracias kafkianas ni con líneas trianuales de financiamiento para poner a funcionar sus energías creativas.
Pero no sólo en estas cuestiones prácticas se ancla la diferencia radical de algunos de estos actores con relación a los actores estatales, sino que de un modo muy mayoritario se organizan “contra” el Estado y sus “visualizaciones” del espacio y la realidad. A veces en articulación con la academia, a veces en mera relación de indiferencia con ella, buena parte de los actores que devienen en productores de datos espaciales lo hacen por lo que señalan como “ausencias”, “omisiones”, “denegaciones” del Estado con relación a ciertos colectivos, ciertas prácticas, ciertas problemáticas, ciertos derechos. Ante la falta de soluciones habitacionales, la falla en la provisión de servicios públicos o la violencia institucional persiste, pero sobre todo, ante la constatación de que el Estado no solo no logra resolverlos sino que no consigue siquiera hacer un “mapa” que permita dar una magnitud a estos problemas, es que otros actores comienzan a dibujar el espacio con sus propios contenidos, y a intentar hacerlo visible y volverlo “real”.
Sobre los “datos”
Los datos espaciales, sociales y de Argentina (tres características específicas) tiene características particulares cuyo desconocimiento puede hacer fracasar iniciativas de puestas en producción, puesta en circulación o conservación de los mismos (Bosque Sendra, 2005).
Una primera distinción es que existen datos sociales de tres tipos:
- De infraestructura: Estos conjuntos de datos dan cuenta de las características del ‘hábitat’ en cada espacio, tanto en términos de capacidades de las redes de transporte como aquellas de servicios públicos, incluyendo los estilos de urbanización, las características de las viviendas y de los barrios (disponibilidad de plazas, emplazamiento de basurales, zonas industriales, parques, etc.), entre otros.
- De personas: Registros que describen a las poblaciones, en sus diferentes “características” que, a los fines prácticos, quedan definidas como bastante estables. A partir de esta noción de “población con características relativamente estables” se construyen los registros censales, pero también la estadística de salud, la matrícula escolar, y más recientemente, algunos parámetros relativos a las prácticas de movilidad de las personas y del uso del tiempo.
- De acontecimientos. Cuando el Estado produce esta clase de registro suele hacerlo a partir de registros administrativos tales como “multas realizadas”, “obras” o “compras de proveedores”. Más frecuentes son los registros de esta índole producidos por mapeos colectivos, que dan cuenta por ejemplo de hechos delictivos, o de incidentes que dan testimonio de alguna vulneración de derechos por parte del Estado o de otros actores.
Como una característica singular de los datos espaciales aparece también la cuestión de la “escala”. Los datos geográficos dan lugar a lecturas espaciales que con frecuencia no son indiferentes a si esperan ser abordados con miradas que tomen como unidades de representación cada vivienda, la cuadra, el barrio, el municipio, la provincia o el país entero. Esta cuestión de la escala condiciona todo el ciclo de vida de los datos espaciales sociales, tanto por el tipo de recursos y herramientas requeridos para producir la información en cada una de estas escalas, como por el uso que cada escala admite y supone.
Finalmente, una característica que es propia de los datos sociales de Argentina, y cuya comprensión es un requisito indispensable para su aplicabilidad en el análisis de las coyunturas más simples a contemplar, es la complejidad de la relación jurisdiccional y administrativa del país. Estando esto plenamente desarrollado en otra bibliografía (Vapñarsky, 2004), cabe mínimamente mencionar que en el país las diferentes áreas de la administración (salud, justicia, sanitaria, estadística, entre otras) no han pasado ninguna por un proceso de estandarización de sus áreas territoriales, por lo que cada una de ellas deriva en recortes específicos de territorios y problemáticas.
Sobre los “medios”
Las investigaciones sobre tecnología y ciencia han sido muy insistentes en señalar que la acción social e individual de las personas se transforma y cobra sentido en el despliegue de los medios (“mediadores”) que adopta (Latour, 2008). En el marco de estas líneas de reflexión es que parece conveniente dar cuenta de los canales de circulación y puesta a disposición que es posible reconocer para los datos geográficos sociales en el ámbito nacional.
Los datos abiertos espaciales en la Argentina
En los últimos 15 años, en la Argentina han prosperado diversas iniciativas de publicación de datos abiertos. Bajo este término, fueron actores mayoritariamente estatales quienes lograron poner a funcionar portales de publicación de datos, en muchos casos georreferenciados. Esta idea del “dato abierto” como aquel que se encuentra para descarga directa, sin necesidad de una solicitud o justificación para su uso, supone un giro radical en la tradición estatal de cómo manejarse con la información bajo su dominio.
En particular sobre los datos espaciales, el modelo principal de publicación que tuvo lugar fue el articulado por IDERA (una red estatal de instituciones productores de información espacial), red que fomentó un esquema de publicación descentralizada (en ‘IDEs’ institucionales) (Stiefel, 2010; Miraglia, 2017), impulsando una la idea que era frecuente en los primeros años de internet de “a cada institución, un servidor”.
Esta estrategia descentralizada para la publicación de datos enfrenta en nuestra realidad institucional enormes dificultades para sostenerse operativa, los cuales incluso cuando pueden ser sorteados presentan a los usuarios ante el desafío de rastrear la información entre un número extenso de páginas y servidores.
“Nuevas” plataformas globales de publicación de contenidos
A nivel mundial, y casi en simultáneo a la creación de IDEs institucionales en el país, se registra la consolidación a nivel mundial de servicios pagos de plataformas para la publicación de información. En el campo de los datos espaciales, estos proveedores de servicios ofrecen facilidades que pueden ser gratuitos en versiones limitadas, y que dan la posibilidad de poner a disposición visualizaciones espaciales en forma relativamente simple.
Estas plataformas presentan varias complicaciones a la hora de ser pensadas como servicios para la visualización de datos sociales abiertos: por no estar orientadas a la publicación de fuentes para ciencia abierta, la inclusión de metadatos suele ser opcional; la descarga no siempre es posible; no es posible segmentar la información por criterios administrativos estándar de nivel nacional (ej. provincias, municipios, barrios); priorizan la idea de capas visuales por sobre la cuantificación de indicadores. Si bien varios de estos problemas también ocurren en las IDEs, el carácter fragmentario del modelo de publicación de estas plataformas (a cada usuarios su mapa) hace trabajoso –cuando no imposible– pensar en poder dar una mirada multidimensional a problemáticas específicas a partir de datos puestos a disposición por diferentes usuarios.
Algunas reflexiones
La descripción de estos tres niveles (actores, datos y medios) vino inspirada en la posibilidad de abrir un diálogo con relación a las implicancias políticas y colectivas de la circulación de datos geográficos y sociales. ¿Quiénes producimos datos? ¿Cómo los usamos? ¿En qué mediadores nos apoyamos para su reproducción? ¿Qué rastros dejan estos mediadores en estas acciones? ¿Qué recepción debe tener la información cuál es el mejor modo de facilitarla?
Estos actores, tipos de datos y medios se hicieron visibles en la experiencia de construcción y puesta en uso de una plataforma colaborativa de datos sociales para Argentina. Lejos de ser esta plataforma el final del camino, o un punto de llegada libre de problemas, es un intento sostenido de atender de manera directa a varios de los obstáculos estructurales que estos niveles suponen aún hoy.
Reforzar institucional, técnica y sustantivamente una plataforma colaborativa de datos sociales de la Argentina se apoya en estos diagnósticos, y su discusión explícita y franca puede seguramente permitir sortear obstáculos que puedan permitirle como estrategia mejorar las condiciones de acceso y publicación de datos geográficos.
Referencias
- Bosque Sendra, Joaquín (2005). Espacio geográfico y ciencias sociales. Nuevas propuestas para el estudio del territorio. Investigaciones Regionales, 6, pp. 203-221
- Bourdieu, Pierre (2008) Homo academicus. Siglo XXI: Buenos Aires.
- Latour, Bruno (2008). Reensamblar lo social. Manantial: Buenos Aires.
- Ley N° 26.899. Ley de Repositorios Institucionales. Portal oficial Leyes Argentinas (https://www.argentina.gob.ar/normativa), 2013.
- Ley N° 27.275. Ley de Acceso a la Información Pública. Portal oficial Leyes Argentinas. (https://www.argentina.gob.ar/normativa), 2016.
- Miraglia, M. (2017). La Infraestructura de Datos Espaciales del Conurbano Bonaerense (Argentina). Persona y Sociedad, XXXI (1), pp. 103-125.
- Stiefel, Marta Lidia (2010). La Infraestructura de Datos Espaciales de Santa Fe. En I Congreso Uruguayo de Infraestructura De Datos Espaciales, Montevideo, Uruguay.
- Vapñarsky, C. A. (2004). Cuando el caos caracteriza la división oficial del territorio del Estado. A propósito de los municipios argentinos. Población de Buenos Aires, 1(1), 9-31.