Descripción
La teoría social tradicional, según la clasificación de Horkheimer, o de la Teoría crítica de la Sociedad, nos brinda elementos para pensar las potencialidades o los bloqueos que existen para consolidar una perspectiva pedagógica crítica y emancipatoria.
El presente trabajo tiene por objeto sostener una mirada reconstructiva de la perspectiva del sociólogo estadounidense Richard Sennett a los fines de encontrar en su teoría social aportes sobre las patologías sociales que se presentan en la “cultura del nuevo capitalismo”.
Las sociedades actuales, regidas por los imperativos del capitalismo corroen el carácter de los sujetos y afectan la manera en que podrían desarrollar su personalidad de manera completa. Las lógicas cortoplacistas, de obtención rápida de recompensas, generan una baja tolerancia a la frustración, dentro de estructuras con autoridad en red que no permite la vinculación real con ningún compañero de trabajo. Aquellos que hoy son pares, en el futuro cercano pueden ser supervisores o jefes de sección. Bajo este contexto, las relaciones son efímeras, de búsqueda de riqueza y estratégicas utilizando a otros sujetos como medios para fines personales.
En este sentido, la obra de Sennett ilumina aquellos aspectos propios del devenir capitalista que constituyen una cultura líquida, cortoplacista, de subjetividades que se vuelcan hacia el ámbito privado por considerarlo menos peligroso y amenazante que el espacio público, atravesado por una lógica capitalista de obtención de lucro y aprovechamiento de unos sobre otros. Esta percepción lleva a la disminución de la participación en el espacio público haciendo decrecer a la vez las relaciones vitales entre ciudadanos de un sistema democrático. Se hace evidente que desde este aislamiento y desconexión no hay posibilidad de construcción de relaciones democráticas, de ámbitos públicos cualitativamente más ricos capaces de reconocer todas las voces.
Sennett señala que la incapacidad de los sujetos de narrar sus experiencias laborales es una de las más nocivas consecuencias del nuevo capitalismo sobre la personalidad. Ello se debe a que el mantenimiento de un mismo oficio o profesión a lo largo del tiempo o una mirada artesanal frente a las tareas, tratando de realizarlas de la mejor manera posible, no es bien visto por las burocracias actuales. La artesanía, entendida como el hacer algo bien por el sólo hecho de hacerlo bien, ha dejado de ser un valor que lejos de percibirse como una búsqueda de perfección y compromiso con la tarea, se entiende como ensimismamiento y obsesión. Se privilegian tareas efímeras, que demandan sujetos adaptables al contexto, dispuestos a aprender a aprender, más que a fijar su personalidad a un oficio o profesión.
Dentro de este diagnóstico desfavorable signado por la fluidez, Sennett entiende que es necesaria y posible la resignificación de la experiencia como un ancla cultural. Ancla que supone un arraigo mental, moral y psicológicamente sólido a partir del cual se puede reconstruir un relato. Poder dar cuenta de una experiencia narrativa donde se cuente la propia historia, en primera persona, plantea un desafío en contextos donde el extrañamiento frente al cotidiano se vuelve cada vez más profundo. Los sindicatos pudieran ser uno de esos espacios revitalizados donde se puedan comparar experiencias de trabajo, un reservorio de las historias de otros trabajadores donde enlazar nuestra experiencia profesional.
Otra forma de anclar la experiencia está en la posibilidad de pensar la utilidad del trabajo docente, nuestro trabajo, en relación con una legitimidad pública, la cuestión del impacto social de nuestro trabajo puesta en debate. Esta perspectiva resulta particularmente relevante para profesiones como la medicina o la educación donde desde el sector público, es el Estado empleador el que inviste estas profesiones con autoridad política y responsabilidad.
La última forma de anclaje tiene que ver con el espíritu artesanal, el deseo de hacer bien nuestro trabajo por el sólo hecho de hacerlo bien. Las posibilidades para realizar esto en la educación son escasas. El trabajo móvil, de escuela en escuela, hace que sea complejo para los profesores, comprometerse con este nivel de detalle y perfección en un proyecto institucional. La vorágine de la profesión parece obligar a un compromiso superficial.
Por ello, se vuelve necesaria la recuperación de vinculaciones intersubjetivas que trasciendan lo momentáneo y nos dejen entablar relaciones seguras, de confianza, solidaridad y sobre todo de trabajo colaborativo e interdisciplinario. Así como también recuperar las relaciones sociales que, dentro de la escuela pública y en contextos de diversidad, nos permitan pensar espacios de conformación de lo común. Escuela que debiera tomar las experiencias cotidianas de los sujetos, y de otras instituciones de su contexto para esa construcción colectiva.
Las problemáticas de la profesionalización docente son múltiples en un contexto muy desfavorable. Sin embargo, la escuela pública y la labor docente, lejos de estar perimidas, deben encontrar nuevas formas de artesanía, exaltando la legitimidad de la profesión y una experiencia narrada que le otorgue sentido.
