4-6 diciembre 2019
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
America/Argentina/Buenos_Aires timezone
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LAS TRAYECTORIAS ESTUDIANTILES Y LA DEMOCRATIZACIÓN DEL NIVEL UNIVERSITARIO

No programado
20m
Campus Universitario (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires)

Campus Universitario

Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

Paraje Arroyo Seco s/n, Tandil, Buenos Aires, Argentina

Descripción

Resumen
Este trabajo se encuentra enmarcado en el proyecto de investigación “Políticas educativas, discursos y prácticas institucionales para la inclusión educativa en la provincia de La Pampa (Rs.N°042-CD-2018), realizado en la Facultad de Ciencias Humanas, en la Universidad Nacional de La Pampa. La intención es realizar una aproximación teórica a las trayectorias educativas que realizan nuestros estudiantes, en pos de pensar mejoras institucionales para la inclusión, el egreso y la permanencia. En cuanto a o metodológico se trabajó con análisis de autobiografías y entrevistas en profundidad realizadas a estudiantes del último año de la carrera Profesorado en Ciencias de la Educación, Facultad de Ciencias Humanas, en la Universidad Nacional de La Pampa de la cohorte 2011 a 2016.
En Argentina, la matrícula de la educación superior se ha expandido a un ritmo elevado a lo largo de todo el siglo XX y comienzos del XXI, con una tasa de crecimiento promedio del 7 por ciento anual. Ello ha redundado en una de las tasas brutas de escolarización superior más altas de Latinoamérica correspondiendo al 50 por ciento de los jóvenes en el año 2001, dando así satisfacción a las aspiraciones de movilidad social ascendente de la población (Fanelli, 2007, citado en Carli 2012). Hoy, más jóvenes ingresan a la educación superior, jóvenes que antes no accedían a ese nivel y que provienen de hogares donde representan la primera generación familiar que lo hace. Pero al mismo tiempo, este crecimiento positivo del acceso a la educación superior no redunda necesariamente en inclusión, los indicadores de ingreso y egreso así lo demuestran. La cantidad de egresados es significativamente menor que quienes ingresan. Por ejemplo, en 2009 por cada 387.630 nuevos inscriptos a la universidad, se recibieron 98.129 estudiantes (SPU, 2009, citado en Carli 2012).
En este escenario, donde es posible comprender estos casos, otros autores marcan que los altos índices de deserción y abandono en el transcurso de las carreras han puesto en discusión a las políticas de ingreso a la universidad denominadas de acceso democrático o directo, ya que, el libre acceso a la institución no garantiza la permanencia y menos aún el éxito en la terminalidad de la carrera. El aumento de la tasa de abandono de los estudios en la mayoría de los casos y la prolongación de la carrera en otros, son fenómenos asociados específicamente con el sistema de admisión irrestricto (Sigal, 1993, citado en Carli 2012). De esta manera, la democratización es más que un problema de ingreso (Gluz, 2011). La discusión en torno al ingreso directo o al ingreso restrictivo es complejizada a partir del reconocimiento de las trayectorias y biografías de los ingresantes y las lógicas institucionales que condicionan la permanencia en la universidad.
Pareciera que el acceso al nivel educativo superior resulta ilusorio, si ingresan estudiantes que no poseen las condiciones necesarias para apropiarse del conocimiento que ella produce y reproduce, y luego se van. Quienes mejor se adecúan a los requerimientos académicos institucionales son principalmente los jóvenes destinatarios, originariamente, de este sistema. Suele existir en muchos casos un clima educativo familiar que promueve la continuación de estudios superiores, además de una moratoria social que sus familias les brindan que hace que los jóvenes, luego del egreso de la escuela secundaria, puedan elegir qué estudiar, dónde hacerlo y principalmente retrasar su ingreso al mercado de trabajo para iniciar su trayectoria en el nivel superior sin dificultad. Por su parte, quienes que no cuentan con esas ventajas ni con ese apoyo familiar, ni con el capital cultural necesario para los estudios superiores, deben atravesar distintas barreras que, explícitas o implícitas, hacen de su trayectoria socio - educativa una carrera de obstáculos que deben sortear si es que quieren continuar en el nivel superior (Bracchi, 2004). En este sentido, el ingreso irrestricto pretendido como política igualitaria posterga la selección.
Las acciones orientadas a la atención de ciertas necesidades del estudiante si bien son instancias necesarias no resultan suficientes. Estos debieran complementarse con una comprensión más profunda acerca de cómo opera el habitus organizacional en la construcción social del fracaso en la universidad, de modo de incluir dispositivos que involucren la enseñanza y se extiendan al conjunto de los estudiantes, superando los mecanismos más extendidos de focalización o de actuación al margen de los dispositivos pedagógicos para el estudiantado en su conjunto. (Camou, 2009; citado en Gluz, 2011).
Por otro lado las lógicas universitarias y tradicionalistas no estarían favoreciendo o acompañando este proceso de ingreso, permanencia y egreso de los estudiantes. Por ende la idealización democrática y proceso de apertura y masificación de la universidad no podrían estar dando frutos, ya que al continuar con estas mismas lógicas hace que se frene o no permita avanzar. Por lo tanto, en el ciclo de masificación, la deserción universitaria entraña una desigualdad social intensa y creciente. Esto puede verse reflejado en cómo los estudiantes de primera generación sufren desventajas fuertes y variadas: una preparación académica más baja, mayores dudas sobre sí mismos y un menor conocimiento de la vida universitaria. En definitiva, podría hablarse de una inclusión excluyente, socialmente condicionada.
En este sentido, el conocimiento sobre los perfiles y trayectorias de los ingresantes contribuye a saber quiénes son los nuevos y cómo hacerles lugar. En síntesis, la formación entendida como trayectoria concentra su mirada en el sujeto de la misma y compromete a las instituciones formadoras donde se lleva a cabo. Así, reconociendo a los ingresantes en tanto sujetos activos que diseñan su propia trayectoria, y dependiendo del acompañamiento que ofrezca la institución, es posible optimizar las propuestas de ingreso a la universidad, lo que implica trabajar por la consolidación de una estrategia integrada, académica y social, curricular y didáctica, comprometida con el logro estudiantil y con el alumnado real.

Palabras claves: trayectorias estudiantiles, Universidad, ingreso, inclusión.

Autor primario

Sofia Rasilla Tomaselli (Universidad Nacional de La Pampa)

Materiales de la presentación

Todavía no hay materiales.

Ponencia

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